17 de octubre de 2022

UNAF reúne a más de 600 profesionales para reflexionar sobre las familias en conflicto y su influencia en los hijos e hijas

La Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) ha reunido a más de 600 profesionales para reflexionar y debatir sobre la mejor manera de intervenir con familias que entran en conflicto, sobre el trauma y el apego, poniendo el foco en la repercusión en los menores, en un webinar para el que ha contado con la colaboración de Grupo Laberinto – Psicología para la Salud.

Mª Victoria Sánchez y Ángel Fernández han ofrecido algunas claves para la intervención con familias en conflicto, principalmente en momentos de separación o divorcio, para lo que se han abordado elementos desde un modelo de trabajo basado en la teoría del apego y la intervención sistémica.

Partiendo de la frase “Si no os miráis no me véis”, Ángel Fernández  ha planteado la situación de progenitores enfadados, en un proceso de comunicación complejo, con una hija a la que no se está viendo. “Son padres con un conflicto conyugal que seguramente esté repercutiendo en su esfera de parentalidad, de crianza. Los afectados de estas crisis son siempre los hijos y esto tiene muchas consecuencias, se dan situaciones que no abogan por los buenos tratos”.

Para los progenitores supone un proceso de duelo, un trauma, y habrá que calibrar el impacto que tiene en su salud mental, ver las historias familiares que hay detrás, y para los hijos o hijas será un trauma que afectará en mayor o menor medida a su desarrollo de la personalidad y a los efectos que pueda tener en la adquisición de recursos para su regulación emocional. “Todo se desmorona, las dinámicas familiares, los apegos, el patrón neural de la familia, todos se ponen en alerta, en modo lucha o huida, se genera hipervigilancia y situaciones difíciles. Es ahí donde los profesionales debemos intervenir para generar dinámicas sanas y resolver estas situaciones”.

Para entender el proceso en el que está una familia en conflicto, en una separación o divorcio, es fundamental conocer la historia familiar, ahondando en tres generaciones, edades, duelos, enfermedades, roles, relaciones, antecedentes de salud mental… Además, hay que conocer el funcionamiento del sistema familiar (subsistemas, alianzas, capacidad de adaptación…) y la estructura y dinámica familiar.

A continuación, Mª Victoria Sánchez se refirió al trauma intergeneracional y de cada miembro de la familia. “Cuando vivimos una situación de trauma o acontecimiento adverso se activan una serie de emociones, hiperactivación o hipoactivación del cuerpo y determinadas creencias negativas (no soy querido, merezco cosas malas, no puedo tener control…). Por eso es importante recoger los traumas que haya habido previos. En una situación conflictiva familiar también es de por sí un trauma, por lo que se nos suma lo que cada cual tenga procesado y la situación presente”.

Asimismo, se abordaron los procesos de mentalización, la teoría de la regulación del afecto y las necesidades básicas de apego: libertad y confianza para conocer y explorar el mundo, sentir la seguridad de que cuando el hijo o hija necesite a la persona cuidadora puede acudir a él y recibir protección y consuelo, y que el cuidador o cuidadora se haga cargo de forma cariñosa. Y se reflexionó sobre el apego como resiliencia o vulnerabilidad.

“Los hijos e hijas necesitan de las personas adultas apoyo emocional para ayudarles a superar el estrés, que estén al tanto de lo que les pasa, recibir equilibrio en su entorno, que les ayuden a generar narrativa para organizar sentimientos y capacidad para valorar el contexto, tener límites para que las emociones no se desborden y cauces para desarrollar la emocionalidad”.

Tras ello se compartieron los elementos recurrentes en consultas y separaciones. “En muchas ocasiones se producen judicializaciones, denuncias y acusaciones, e implicación de los hijos e hijas en el conflicto. Todo esto tiene un impacto en ellos, va a provocar cambios afectivos, motivacionales y de conducta, conflicto de lealtades, pérdida de espontaneidad, ideas de culpa, disminución de la autoestima, afectación del rendimiento académico, actitudes negativistas, quejas somáticas y rechazo a alguna figura parental”.

Por último, se abordaron los recursos terapéuticos para una gestión efectiva de la conflictividad, como la intervención de instituciones, la psicoterapia (infantil/de personas adultas), la mediación, la terapia familiar y la terapia grupal. Y se ofrecieron orientaciones para la intervención desde la teoría del apego. “Serán de suma importancia con la familia las acciones preventivas, demostrar empatía y sintonizar con el sufrimiento que la situación familiar supone para los progenitores, la función pedagógica y de habilidades comunicacionales y visibilizar el impacto que la confrontación familiar supone para la salud psicológica del menor”.

En cuanto a los hijos e hijas es necesario trabajar el proceso de duelo y poder expresar amor y odio para evitar la patología, la culpa, el impacto de los cambios y la creación de nuevas rutinas, la expresión emocional y la regulación y generar narrativas sanas. Y recordaron las cinco claves para trabajar con familias en conflicto: buenos tratos, competencia parental, resolución del conflicto de pareja, la idea de que los progenitores no se separan como tales, y la importancia de la ayuda profesional.

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche en este enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies