La Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) participó ayer como ponente en la sesión ‘Mediación familiar y atención a familias reconstituidas, espacios sin violencia con una mirada de género’, del Seminario Permanente del Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid.
Marta Chacón, técnica de sensibilización de mediación familiar de UNAF, compartió el funcionamiento de la mediación como espacio neutral para la negociación de acuerdos tras la separación de la pareja y su posterior organización familiar respecto a sus hijas e hijos, con el apoyo de una figura imparcial, que es el mediador o mediadora. Y subrayó la importancia de la mirada de género de estos profesionales: “Las personas mediadoras deben reconocer sus propios prejuicios para lo cual es sumamente útil tener una mirada de género que nos permita examinarnos y analizar la posible incidencia que pueden tener en nuestra labor durante el proceso“.
En este sentido, señaló que la neutralidad es el “saber ser” del mediador o mediadora: “No es que no nos importe. Tenemos valores, principios, sentimientos, creencias, pero no podemos manifestar si para nosotras personalmente tienen una connotación negativa. Debemos equilibrar el poder y no tomar postura, es la pareja la que toma sus decisiones“.
Marta Chacón explicó algunas diferencias de género a la hora de de afrontar el proceso de mediación. Los hombres tienden a concebir la mediación como un espacio para llegar a acuerdos funcionales, a veces no integran la ruptura y consideran la mediación como un espacio de reencuentro confundiéndola con una terapia de pareja, presentan más dificultades para hablar sobre su afectividad, tienen expectativas de cambio en su papel, sobre todo en la implicación en el cuidado de los hijos o hijas. Y en su caso, la mediación produce una flexibilización en los roles de género.
Las mujeres, por su parte, esperan una distribución real de las responsabilidades parentales más allá del padre como proveedor económico, a veces buscan la recomposición del vínculo con altos niveles de ambivalencia, la mediación les sirve para ordenar la situación posterior a la ruptura, y con la incorporación de las mujeres al mundo laboral, estas tienen mayor fuerza en la negociación ya que no existe tanta presión en las condiciones económicas.
A continuación, Gregorio Gullón, mediador y terapeuta familiar de UNAF, habló sobre la mediación con familias con hijos o hijas adolescentes y señaló la importancia de incorporar la perspectiva de género para detectar posibles situaciones de maltrato. “Algunas señales que nos pueden alertar sobre un posible maltrato de la adolescente son cambios de humor constantes, más desánimo e irritabilidad, cambios en la manera de vestir, disminución notable del rendimiento académico, aislamiento y apenas relación con sus amistades, dejar de hacer cosas que antes le gustaban y motivaban, y por último, marcas, moratones o rasguños que intenta ocultar o justificar“.
Ante ello, Gregorio Gullón recomienda a los progenitores acompañar a la adolescente, estar a su lado sin agobiarla y respetándola, excepto si existe un riesgo alto o gran deterioro; empatizar y hablar con ella; no juzgarla ni culpabilizarla; estar presentes y pendientes; crear red con amistades, familiares y escuela; asesoramiento con profesionales en caso de denuncia y no actuar por impulsos sino pedir ayuda a profesionales especializados.
Por otro lado, Gregorio Gullón se refirió a las familias reconstituidas, formadas por parejas que aportan hijos o hijas de relaciones anteriores, a las que atiende desde el Servicio de Orientación a Familias Reconstituidas de UNAF, y la relevancia de aplicar la perspectiva de género. “Existe un sesgo de género en estas familias, como en la sociedad en general. Un ejemplo es que en Estados Unidos las personas que antes se casan por segunda vez son mujeres de bajos ingresos y hombres de ingresos elevados. Y quienes menos tienden a un segundo matrimonio son mujeres de ingresos elevados y alto nivel educativo“.
Este sesgo de género, es decir, las expectativas sociales respecto a hombres y mujeres, afectan al funcionamiento de las familias reconstituidas provocando problemas y conflictos dentro de la nueva pareja. Así, de la mujer se espera que sea la nueva madre de estas familias, las proveedoras afectivas y responsables de las tareas domésticas, mientras que del hombre se espera que sea el proveedor económico y sujeto normativo. “Todo esto es un error, ya que son los progenitores biológicos los que tienen que hacerse cargo en su totalidad de los hijos e hijas en todos los sentidos: afectivo, normativo, económico, educacional…“.
Por ello, en la orientación y terapia con estas familias, UNAF trata de desmontar estas expectativas y trabaja con los progenitores poniendo el foco en la simetría de roles y la corresponsabilidad parental.